Danza de la Adoración

Danza de la Adoración

En el corazón del Wayku, cuando el tambor empieza a sonar suave y el pífano corta el silencio como un susurro antiguo, los devotos ya estÔn reunidos. No hay escenario, ni anuncio oficial. Solo una casa preparada con flores, velas y ofrendas, y en su centro, una imagen sagrada traída desde lejos, cargada con fe, aguardiente y peticiones. Así empieza la Danza de la Adoración, un ritual lamista que no solo se baila: se reza, se pide y se siente.

No hay fecha fija. Todo depende de un creyente, una necesidad, un agradecimiento. Quien quiere velar al santo (sea por salud, cosecha, amor o consuelo) solicita la imagen al tesorero, el guardiÔn espiritual que la cuida y la entrega solo por verdadera devoción. El santo llega con música, acompañado por los dineros (hombres que tocan pífano, tambor y agitan la shacapa, un manojo seco de semillas que suena como lluvia sobre hojas secas).

La casa del devoto se vuelve centro sagrado. Frente al altar, donde reposa la imagen, empieza la danza. No hay gritos ni saltos. Solo pasos cadenciosos que van hacia adelante y hacia atrƔs, en un vaivƩn que recuerda las oraciones mƔs ƭntimas. Es como si el cuerpo entrara en diƔlogo con lo invisible.

Cuando el cuerpo pide y el alma agradece

La danza fluye toda la noche. A veces, en medio del silencio, una voz femenina se alza. Son las dichucas, guioneras de la ceremonia. Se arrodillan, suplican, piden. Hablan con el santo como si hablaran con su abuelo o con el monte. Luego, los hombres se acercan, toman a las mujeres de la mano y juntos continúan danzando, como si el movimiento sellara la petición.

No se trata de espectÔculo. Nadie baila para ser visto. Cada paso es promesa, cada movimiento es oración, cada ronda es un círculo de fe que gira hasta el amanecer. Durante toda la noche se sirve chicha, se comparte aguardiente, se escucha la shacapa y se confía en que algo (una fuerza, un espíritu, una memoria) escucha del otro lado.

La Danza de la Adoración es, al mismo tiempo, nativa y cristiana. Antes fue dirigida al sol, al jaguar, a la madre tierra. Hoy, a una imagen santa. Pero el fondo no ha cambiado: es la necesidad de hablar con lo sagrado, de agradecer y pedir, sin dejar de ser quienes somos. En cada velada, el pueblo lamista recuerda que lo profundo no se aprende: se hereda, se comparte, se danza.

Ficha cultural

🌟 Danza de la Adoración

Ritual espiritual del pueblo Kichwa Lamista – Wayku, Lamas, San MartĆ­n, PerĆŗ

Ā šŸŒ€ Descripción general

La Danza de la Adoración es una manifestación ritual de profunda fe que se realiza en veladas nocturnas dentro de la comunidad nativa del Wayku. Tiene raíces prehispÔnicas y originalmente era un homenaje a deidades como el sol, el jaguar o la madre tierra. Con el paso del tiempo y la influencia de la catequización, este ritual se transformó en una danza de devoción hacia santos católicos, sin perder su esencia nativa. Se trata de un acto de recogimiento, pedido y agradecimiento al espíritu protector, celebrado con música tradicional y gran solemnidad.

šŸ‘„ ĀæQuiĆ©nes la bailan?

Participan hombres y mujeres creyentes, sin distinción de edad. Los asistentes a la velada se integran de manera voluntaria, guiados por la fe y la necesidad espiritual.

šŸ“… ĀæCuĆ”ndo y dónde se baila?

No tiene una fecha fija. La danza ocurre cuando un devoto solicita la imagen del santo al tesorero (encargado de custodiarla). Se realiza durante la velada en la casa del solicitante, generalmente desde la llegada del santo hasta el amanecer. Antes solĆ­a durar varios dĆ­as, con la imagen recorriendo diferentes hogares del Wayku.

✨ Simbolismo

Esta danza representa la conexión íntima entre el creyente y lo sagrado. Es una forma de pedir ayuda, agradecer y rendir homenaje, ya sea por salud, buena cosecha o resolución de dificultades. Mantiene el vínculo ancestral entre cuerpo, espíritu y naturaleza, reafirmando la espiritualidad lamista como un puente entre el monte y la divinidad.

šŸ”„ CoreografĆ­a y ritmo

La danza es monótona, elegante y continua, con pasos suaves que van hacia adelante y hacia atrÔs frente al altar, simulando una procesión sin fin. Durante la ceremonia, los dichucas (guioneras) alzan la voz para pedir o agradecer. Luego, los varones se acercan, toman de la mano a las mujeres y continúan la danza en comunión.

šŸ”Š MĆŗsica

La mĆŗsica guĆ­a toda la velada. Al ritmo del pĆ­fano, los tambores y la shacapa, los asistentes entonan alabanzas y peticiones. Las voces masculinas se alzan en tono ritual durante la noche, mientras los instrumentos sostienen el ritmo espiritual.

🄁 Instrumentos musicales
  • PĆ­fano (flauta aguda tradicional)
  • Tambores o cajas
  • Shacapa (racimo de semillas secas que suena al agitarse, similar a una maraca ancestral)
šŸ‘— Vestimenta tradicional

Mujeres

  • Blusón blanco con pechera bordada o blusa blanca
  • Pollera amplia multicolor o pollera negra
  • MĆ­nimo 6 paƱuelos de colores (rojo, azul, verde, rosado, amarillo)
  • Cintas multicolores en la cabeza
  • Aretes largos, collares dorados (hasta 12 vueltas)
  • Brazaletes (maquimullos azules)
  • Aros de plata y cobre en todos los dedos, menos el pulgar
  • Perfumadas con flor de sangapilla

Hombres

  • Tacshacotón (camisa tradicional con botones multicolores) en negro o blanco
  • Pantalón de pacha blanco o negro
  • PaƱuelos: azul al cuello, rojo en la cabeza
  • Cinturón chumbi (tejido angosto)
🌿 Función en la comunidad

La Danza de la Adoración cumple una función esencial: fortalece la fe colectiva y refuerza el vínculo entre el mundo visible y el invisible. Es una prÔctica viva de espiritualidad indígena-cristiana, donde la comunidad encuentra consuelo, compañía y esperanza. MÔs que una costumbre, es una necesidad espiritual que sigue viva generación tras generación.